Transvulcania, una de las carreras de montaña que tienes que hacer alguna vez en tu vida
Tengo grabada la Transvulcania desde que la hice en 2016. Es de esas carreras que te marcan de por vida, los paisajes, la gente, el ambiente que se vive desde dentro, creo que es una sensación que sólo pueden entender quiénes han estado allí. He tardado 4 años en escribir mi crónica de carrera pero puedo asegurar que puedo recordar cada detalle, como si estuviera corriéndola en este mismo instante.
Sobre las 4 a.m llegamos al Faro de Fuencaliente. Entre los nervios y la humedad que hacía al estar tan cerca del mar, empecé a temblar sin parar por lo que tuve que sacar el cortavientos y comenzar a dar botes. La gente empezaba a llegar en autobuses pero de forma muy progresiva, una foto frente al Faro y unas vueltas alrededor de él para entrar un poco en calor. Empiezan a llamar a los corredores para el box de salida, nos dirigimos hacia allí, apenas éramos unos cientos así que nos pusimos más o menos delante, para cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos posicionados en la zona media de la salida.
La gente se iba posicionando delante y nos desplazaba, todo el mundo quería evitar el famoso embotellamiento que se produce. Si hubiéramos sabido que eso nos iba hacer perder una hora prácticamente, hubiéramos hecho lo mismo. Faltan apenas 10 minutos y ya estamos casi los 1700 corredores tras la línea de salida. Llegan los pros, entre ellos los ganadores Ida Nilson y Luis Alberto. Suena Thunderstruck de AC/DC, se me llenan los ojos de lágrimas, todo el mundo la tararea y se da la salida. Por delante 74km y 4200m+.
Empezamos a correr rodeamos el Faro de Fuencaliente y nos dirigimos hacia el sendero que sube a los Canarios primer avituallamiento. Me va el corazón a mil por hora, a la llegada del sendero, el famoso embotellamiento. Nos paramos pero de repente toda la gente que viene detrás de nosotros en lugar de esperar, como estábamos nosotros haciendo, comienza a atajar por fuera del sendero tirando roca volcánica y pisando vegetación. Hay que decir que es zona protegida y ya nos habían avisado de que en ningún caso se debía salir del sendero. Los corredores locales advirtieron a muchos pero nadie hacía caso, creo que es la única queja que se puede hacer a la organización. Debería haber un control que hubiera puesto orden bajo amenaza de descalificación. Conseguimos por fin coger el sendero casi al final de la cola y comenzamos la ascensión a Los Canarios. Está muy oscuro y sólo se ven los frontales que forman una serpiente de luz espectacular.
Después de 7km y 700m+ de subida sin descanso, llegamos a los Canarios. Aquí es donde por primera vez me di cuenta de que esta carrera era diferente. Un pueblo entero en la calle esperándonos con música, aplaudiendo y gritándonos creo que nunca antes había tenido un subidón de adrenalina tan grande. Aprovechamos para comer y beber algo muy rápido y nos dirigimos hacia el sendero que nos llevaría a Las Deseadas (km 16,5) era todo subida por paisajes de arena volcánica y pinos, es una parte bastante corrible, pero seguía habiendo una gran cantidad de gente, lo que impedía ir a mejor ritmo así que aproveché para disfrutar de las vistas, al fondo podía ver el Teide sobre un mar de nubes mientras caminaba entre volcanes. En esta parte agradecí la decisión de haber llevado cortavientos encima, por lo que escuchamos al terminar, algunas personas entraron en hipotermia por no llevarlo y tuvieron que abandonar.
Una vez pasamos Las Deseadas, comenzamos una de las partes donde más pudimos correr. Nos esperaban 8 km de bajada hasta el refugio del Pilar, no parábamos de adelantar gente, las piernas iban frescas así que aprovechamos para marcar distancia de los grupos de gente más lenta. Casi sin darnos cuenta llegamos al Pilar (km 24,3), estaba lleno de gente, muchísima gente, es dónde acaba la media y empieza la maratón. Aprovechamos para llenar agua y comer, cogí unos trozos de plátano y me llevé un puñado de frutos secos. Empecé a notar molestias en el estómago pero no quise pararme mucho, así que, continuamos hacia el Reventón el tramo más fácil de toda la carrera, con mucha pista dónde se podía correr, seguía con molestias estomacales así que comencé a dejar de comer.
Llegamos al Reventón (km 31) y llenamos los dos bidones (softflask) y un tercero de emergencia que llevábamos justo para el siguiente tramo en concreto. Sabíamos que el año anterior mucha gente había abandonado en este punto por deshidratación, así que preferimos prevenir. Es un tramo de 11 km de subida a pleno sol hasta el siguiente avituallamiento. La organización en vista del calor que hacía puso un depósito de agua aproximadamente a la mitad que me sirvió para mojarme la cabeza y rellenar algo más de agua, la verdad es que esto hizo que ese tramo fuera más llevadero. Algo que me impactaba mucho era toda la gente que te encontrabas animando en casi cualquier tramo de la carrera, es una carrera dónde todo el pueblo de la palma se vuelca en cuerpo y alma y esto ayuda y mucho, además de hacerla más especial si cabe.
Llegamos a Pico de la Nieve (km 42). Las molestias de estómago habían desaparecido pero el no comer me estaba empezando a pasar factura, de aquí hasta el Roque fue el peor momento para mí de la carrera, iba con una pájara importante, así que bajé el ritmo. Es una parte a pleno sol con subidas cortas, pero duras, aprovechaba las bajadas y los llanos para trotar pero el cuerpo no daba más. De este tramo sólo recuerdo pasar por la caldera de Taburiente que estaba llena de nubes en su interior y ver a lo lejos el observatorio del Roque, no recuerdo ni haber pasado si quiera por el Pico de la Cruz (km 47,5).
Fueron 10 km para olvidar así que una vez llegamos al Roque de los Muchachos (km 52), me senté en una de la mesas acondicionadas con carpa y comí como pude un plato de pasta. Me resultaba casi imposible tragar, tenía el estómago cerrado, pero me forcé, sabía que o comía o no acababa la carrera. Llenamos los bidones de agua, cogí algunos trozos de plátano para el camino y salimos hacia el Time. Nos tocaba la parte de bajada, se hizo dura, muy dura, son unos 18km con 2.400- con las piernas bastante tocadas, por suerte, de camino a la Torre del Time, el plato de pasta que había comido empezó a hacer efecto, entre esto y cómo nos gritaba la gente, empecé a recuperar el ritmo. Recuerdo cómo me gritaban por mi nombre: “¡Alberto, demuestra que sí se puede!”, joder se me saltaban hasta las lágrimas. Llegamos al Time (km 62), seguimos bajando, tras una serie de bajadas por bosque, llegamos a una zona empedrada bastante fea para las piernas, una vez pasamos ésta, se pasaba por un tramo de carretera lleno de vecinos animando hasta llegar a una bajada en zig zag casi vertical que te lleva hasta la playa de Tazacorte.
Llegamos a Tazacorte (km 69), cientos de personas están animando, llenamos agua y salimos hacia el último tramo. La carrera pasa por el Barranco de las Angustias lleno de grava y piedras enormes, dónde se hace difícil correr pero la verdad es que lo hacemos prácticamente todo corriendo, me emociono tanto que doy un traspié y chuto una piedra, me reviento el dedo gordo del pie derecho pero ni me paro, sé que lo mejor en estos casos es no enfriarte, sigo con el mismo ritmo, no paramos de pasar a corredores, al terminar el barranco cruzamos una carretera y comenzamos por una subida de hormigón, llegamos a la avenida de Los Llanos de Ariadne, la gente sale a darnos ánimos de todos lados, en mi mente iba a ritmo de 1000, pero en realidad corría ya como podía, más con el corazón que con las piernas, sólo quería llegar. Al girar vi el arco de meta, Depa nos gritaba por el nombre, no podía parar de sonreír, quise llorar pero no habían lágrimas, me senté como pude en el suelo y miré al cielo: “lo hice”.